Fuente - Diagonal Andalucía - REDACCIÓN SEVILLA
La PALT (Plataforma Andalucía Libre de Transgénicos) culmina la semana de lucha con la presentación de un documento de reflexión para una moratoria de transgénicos. Con el lema “Transgénicos, ni en el campo ni en el plato”, colectivos de consumidores, ecologistas, productores y personas en defensa de la soberanía alimentaria, unen sus reivindicaciones para exigir a la Junta de Andalucía el fin de este modelo de producción y la transparencia en los datos sobre hectáreas cultivadas.
Tras 5 años desde su creación, la PALT continúa con su trabajo de sensibilización e incidencia política en el ámbito de los cultivos transgénicos.
Este año las actividades y acciones se han multiplicado en todo el territorio. “Se han realizado acciones en la mayoría de provincias andaluzas. La semana de lucha comenzó con un encuentro en Somontes organizado por ASACO (Alianza por la Soberanía Alimentaria de Córdoba) dónde seguimos buscando formas de mejorar la coordinación y el trabajo en red y aunando estrategias, temas y fechas en nuestras agendas conjuntas”, nos cuenta uno de los participantes en la PALT.
En este encuentro estuvo presente Silvia Pérez, documentalista y socioeconomista, que explicó como “la desaparición del campesinado ha sido programada tanto por el capitalismo como más tarde por el llamado socialismo. A los economistas nos enseñan que un país desarrollado es un país sin campesinos ni campesinas, y a esto se han dedicado en los procesos de industrialización. No han conseguido eliminarlos, pero sin han creado un campesinado dependiente, sin autonomía y sin semillas propias”. También advirtió del reto al que nos enfrentamos “más importante que el cambio climático es la pérdida de biodiversidad, ya que ésta nos puede permitir resistir”. Según la FAO, se ha perdido más del 75% de la biodiversidad cultivada. “Hay que estar atentos a los nuevos conceptos que están surgiendo como servicios ecosistémicos, agricultura ecológicamente intensiva, banco de capital natural, etc., que no son más que una perversión y una financialización de la naturaleza y deben tener una respuesta social”.
Zonas declaradas libres de transgénicos
Durante estos años, en Andalucía se ha conseguido que aproximadamente 40 municipios se comprometan “simbólicamente” a no tener este tipo de cultivos en sus campos.
En el documento de reflexión presentado en rueda de prensa del pasado 2 de mayo, la PALT expone 8 motivos medioambientales por los que dejar de cultivar transgénicos y establecer una hoja de ruta para lograr un compromiso con una alimentación sana, segura, de calidad y sostenible:
Prevención del desarrollo de resistencia a los plaguicidas entre las malas hierbas y las plagas.
Posibilidad de que se produzcan cruces con plantas domésticas cultivadas o silvestres.
Prevención del impacto negativo para el medio ambiente local causado por cambios en las prácticas agrícolas.
Conservación y desarrollo de las prácticas agrícolas que ofrecen equilibrio entre la producción y la sostenibilidad de los ecosistemas.
Mantenimiento de la biodiversidad local, incluidos determinados hábitats y ecosistemas.
Inexistencia o falta de datos adecuados sobre el posible impacto negativo de la liberación de transgénicos para el medio ambiente, incluida la biodiversidad.
Repercusiones socioeconómicas.
Uso del suelo, la ordenación del territorio u otros factores legítimos.
El maíz como cultivo transgénico más extendido
Entre el contenido del citado informe encontramos que el año pasado el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) publicaba, a través del Consejo Interministerial de Organismos Modificados Genéticamente (CIOMG), el documento “El cultivo de maíz modificado genéticamente en España”, en el que se afirmaba que, desde su autorización, la superficie estimada de siembra de maíz transgénico en España ha seguido una tendencia generalmente ascendente y en el año 2012 el número de hectáreas ha sido aproximadamente cinco veces superior al correspondiente al año 1998. En este caso podemos ver como 14 años después la agricultura y ganadería ecológica creció 10 veces más y con muchos menos apoyos que los cultivos transgénicos según un informe de Amigos de la Tierra de 2010.
Según los datos facilitados por el MAGRAMA en su página web, las Comunidades Autónomas con mayor superficie cultivada son Aragón, Cataluña y Extremadura, que representan más del 80% de la superficie, seguidas de Andalucía, Castilla-La Mancha y Navarra, que representan el 17,45%. Mientras tanto el resto de regiones se encuentran por debajo de las 1.200 hectáreas y no representan ni el 1%.
Baile de cifras oficiales
Una de las demandas más importantes entre los colectivos es la transparencia en los datos oficiales, cantidades de semillas vendidas o plantadas así como un mapa real de zonas de cultivos transgénicos para evitar, entre otras cosas, la contaminación de los ecológicos. Una demostración de esta falta de transparencia son las cifras obtenidas de los organismos competentes para la realización del mapeo. En el caso de Andalucía, se han usado 2 fuentes de información para su comparativa. Por un lado, los datos del MAGRAMA (facilitados por las empresas), y por otro los aportados por la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente (CAPMA) de la Junta de Andalucía en el periodo 2010-2012 a través de los datos disponibles por la declaración en las ayudas de la PAC (Política Agraria Común).
De esta forma nos encontramos que existen diferencias significativas de más del 77% de hectárea/superficie cultivada entre lo señalado por el MAGRAMA y la CAPMA. Es decir 140 mil toneladas de maíz transgénico de desfase, según los propios rendimientos que aporta la CAPMA en la Red Andaluza de Experimentación Agraria – RAEA. Es más, tras la consulta realizada a la propia CAPMA del porcentaje de agricultores de maíz que solicitan ayudas de la PAC la respuesta es que más del 95% de éstos solicitan ayudas, por lo que las cifras de maíz transgénico aportadas por la CAPMA se aproximan bastante a la realidad.
En el caso de las provincias andaluzas, es en Sevilla donde se concentra mayor superficie de maíz transgénico, seguida de Cádiz, Córdoba y Málaga. Con una superficie testimonial se encuentran Granada, Jaén y Huelva, siendo Almería la única provincia andaluza donde no se cultivan transgénicos, por lo menos desde lo recogido en los datos oficiales.
En el caso de los datos de algunas provincias encontramos algo destacable y que pone mucho más en evidencia el juego de cifras entre ambas administraciones, y que se da en los casos de Granada y Huelva, donde la superficie de transgénicos aportada por la CAPMA es incluso superior a la dada por el MAGRAMA, es decir, no hay concordancia entre la dosis de semillas vendidas y lo realmente sembrado.
Fincas con transgénicos: el mayor número de fincas con transgénicos se encuentra en Santaella (Córdoba), Écija (Sevilla), Rota (Cádiz), Lora del Río (Sevilla), Utrera (Sevilla), Villaverde del Río (Sevilla) y Antequera (Málaga).
Hectáreas cultivadas, las mayores superficies de transgénicos se han localizado en:
2010: Santaella – Córdoba (253,13 ha), Écija – Sevilla (72,63 ha) y Antequera – Málaga (69,47 ha).
2011: Santaella – Córdoba (424,52 ha), Écija – Sevilla (144,31 ha) y Antequera – Málaga (111,53 ha).
2012: Santaella – Córdoba (565,42 ha), Lebrija – Sevilla (249,80 ha) y Écija – Sevilla (218,43 ha)