Traemos en esta ocasión, en febrero, un fragmento de una composición de uno de los maestros del llamado Siglo de Oro español, el poeta y dramaturgo Lope de Vega (1562-1635).
Creo que, perdonando quizás algún matiz un tanto machista teniendo en cuenta que fue creada hace más de 400 años, en estos versos se canta a la biodiversidad de la huerta (valenciana, en este caso). Biodiversidad que es una de las señas de identidad de nuestras huertas (las de Subbética Ecológica).
En nuestras explotaciones se tiende a la diversificación de las especies plantadas, dificultando así la aparición de plagas a través de una adecuada rotación y asociación de cultivos. También se promueve el desarrollo de la llamada fauna auxiliar o amiga, mediante el uso de setos, árboles frutales, arriates, proporcionando a las huertas un colorido paisaje y diversidad de aromas.
¿Os apetece un paseo? Primero leamos a Lope de Vega
Hortelano era Belardo
de las huertas de Valencia,
que los trabajos obligan
a lo que el hombre no piensa.
Pasado el febrero loco,
flores para mayo siembra,
que quiere que su esperanza
dé fruto a la primavera.
El trébol para las niñas
pone a un lado de la huerta,
porque la fruta de amor
de las tres hojas aprenda.
Albahacas amarillas,
a partes verdes y secas,
trasplanta para casadas
que pasan ya de los treinta,
y para las viudas pone
muchos lirios y verbena,
porque lo verde del alma
encubre la saya negra.
Toronjil para muchachas
de aquellas que ya comienzan
a deletrear mentiras,
que hay poca verdad en ellas.
El apio a las opiladas
y a las preñadas almendras,
para melindrosas cardos
y ortigas para las viejas.
Lechugas para briosas
que cuando llueve se queman,
mastuerzo para las frías
y asenjos para las feas.
Lope de Vega (fragmento de “Hortelano era Belardo”)